Héctor Fernández Rubio: Más allá de Efraín
Su vuelta con “Escoria”, de José María Muscari, lo devolvió a las tablas. Tras ese proyecto, Héctor Fernández Rubio busca su camino en la actuación, lejos de Efrain, el personaje que lo hizo famoso y habla de “Señorita maestra”, su vida actual y la pedofilia.
Fotos: Nicolás Savine
-¿Cómo surge la posibilidad de trabajar en ese boom que fue “Escoria”?
- Yo lo había llamado a José María Muscari porque quería hacer un unipersonal para terminar de una vez por todas con Efraín. Porque mi carrera de 45 años, fue “Efraín”, “Efraín”, “Efraín” y quedó grabado como un ícono en la historia del espectáculo. Quería, en alguna medida, probar con este unipersonal que podía hacer otras cosas como que, de hecho, hice. Estuve nominado al Moliere por “La opera del malandra” de Chico Buarque, donde me aplaudían por una canción sin ser yo cantante. O sea, y hacía una marica reventada de una favela que, en la Opera de Dos Centavos, es la que crea el conflicto. Que, si bien podía agarrarse a piñas, andaba todo el tiempo mariconeando por el escenario, y se besaba con Víctor Laplace que era su amante. Lo llamo a José María y le comento la idea mía de hacer un unipersonal desterrando a Efraín o en todo caso, suavizándolo y dando a entender que podía ser otro. Que podía abarcar otro abanico de actuaciones tal como lo hice en otras situaciones. Él me dijo “Mirá, estoy pensando algunas cosas. Esperame”. Me lo encontré en dos o tres oportunidades en eventos y al final, me convoca a “Escoria” con todo un grupo de compañeros con los cuales en algún momento trabajé y quiero mucho. Fue hermoso y desangrante.
- ¿Desangrante?
- Si, y te voy a decir por qué. Es la primera vez en mi carrera que hago de mi mismo. O sea, cada uno de nosotros, era el que es y en algún momento, nos delirábamos con los personajes que hicimos. En “Escoria” recreo gran parte de mi vida personal y profesional. Por eso, la gente se ponía asi cuando veía la obra. Hubo llantos y demás. Hubo compañeros actores que nos decían “Que bolas que tienen para hacer este espectáculo”. Era el recorrido de una trayectoria y una vida. “Escoria” me dio la chance de conectarme con Muscari, que es el nuevo teatro y a mi eso me interesa ya que soy un actor de formación clásica y de raza. Bueno, también hay que entrar a la nueva teoría del espectáculo. Él viene del under y yo al under siempre le huí.
- ¿Por algo en especial?
- Le huí porque me parece que el under…Todo lo que vi del under, siempre me dio la sensación como espectador que se le faltaba algo, que estaba incompleto artísticamente. Bueno, todo lo que no está acabadamente hecho, es under, o es bizarro. ¿Me explico? Es como esconder que no podemos hacer más al respecto.
- Igual, con Escoria reformularon el término.
- Si, igual creo que José es la primera vez tiene las críticas y la prensa que tuvo y que es plenamente reconocido como un intelectual porque antes, los intelectuales no lo reconocían.
- José es un tipo que divide aguas.
- Si, es cierto y ellos no lo reconocían. Aquí me ha pasado de encontrarme con gente que me decía Muscari no es Kartún y yo mismo, contestarles “Alejandra Pizarnik no es Alfonsina Storni”. No me jodan. Las cosas cambian y cada una tiene su valor.
- Cuando fui a ver “Escoria” me sorprendió lo que decías lo de la pedofilia…
- Si, te cuento. Una vez, buscando en internet, me sacaron una foto trotando en Plaza Italia, con short y remera, y comentaron “Ahí lo tenemos a Efraín corriendo. Seguramente es un viejo pedófilo que está buscando adolescentes” o una cosa similar. Pasó. Cuando vamos a ensayar la primera vez a lo de Osvaldo Guidi (que tiene un estudio de ensayo), en dos grupos (José nos había separado en dos grupos para trabajar más la esencia de cada uno) Osvaldo me saluda y me dice “Ahí viene Efraín el pedófilo”. Ahí le dije que “Por favor no lo vuelvas a decir porque realmente me rompe las pelotas estas cosas y si hay algo que detesto en el mundo es a los pedófilos”. Termino de decirlo y José me dice de laburar sobre ese tema. Se armó todo eso a partir de este comentario. Además, voy a decir la verdad porque este comentario salió en internet y debe quedar bien aclarado. Justo se hablaba de Grassi, y lo del psicólogo, y quería aclarar bien las cosas. Tengo mi orientación y mi gusto sexual con personas que sepan lo que hacen y que sean mayores.
- Lo tuyo y lo de La Tana eran los momentos más fuertes…
- Si, trabajamos mucho al respecto. Por eso los compañeros decían que había que tener bolas para hacerlo. Después cuando hablo de Cristina Lemercier, no se si te acordás que digo que eramos muy amigos y que después sucedieron cosas terribles. Eso salió y después lo que pasó con los chicos (que fue un enganche policial) y la muerte de ella, que fue estúpida, porque ella se mató por confiar en el arma, y no porque la mandaron a matar como si dijo por ahí. Con Lucía Puenzo tengo una bronca enorme porque si bien es una mujer talentosa y le deseo lo mejor, me usó mal. Me llamó como seis, siete veces a casa, pidiéndome data de “Señorita Maestra” diciendo que iba a hacer un homenaje a Jacinta Pichimahuida y después saca un libro, que no leí ni pienso leerlo ya de ver el título, “La maldición de Jacinta Pichimahuida”. Bueno, si ella me hubiera empezado a decir eso, no hubiera hablado ni se la hubiera dado y nunca volvió a hablarme.
- Siempre hubo un aura de misterio alrededor de todo esto…por decirlo de alguna manera…
- Es porque mezclaron todo. Hablaron de Graciela Cimer, que es de otra Señorita Maestra, la anterior. Hubo tres, la de Evangelina Salazar, María de los Angeles Medrano y Cristina Lemercier. Es muy gracioso porque en este barrio cheto, me encuentro con viejas que me dicen “yo lo veía a usted cuando era chica”. “Cuando usted era chica, yo no había nacido, señora!! Jajaja”.
- Pero quedó asi con lo que le pasó a Cirilo, Siracusa…
- Pero fue algo de lo que más o menos, le pasa a los niños que trabajan en la televisión. ¿Cuántos niños han pasado por la televisión que se dedican a otra cosa? Porque no querían o porque no podían ser actores. Ahora lo hubiesen pasado mejor porque no hace falta actuar…
- No tenían contención?
- Si, tenían contención pero ¿sabés que pasa? Estos niños son, generalmente, llevados por sus padres. Lo lamento, pero creo que los padres piensan que se van a “salvar” con estos niños y no es así. Por eso, cuando hacía Señorita Maestra, venía gente y me decía “tengo una nena que es así o asá”, -porque para cada mamá y papá, su hijo o hija es inteligente, bello y simpático ¿qué padre dice que su hijo es antipático?-, y yo les decía “no se lo recomiendo porque es un manoseo tan grande, que van a terminar siendo extras, en el peor de los casos”
Intermedio: Uno lo ve a Hector y un cúmulo de recuerdos saltan en la retina de la memoria. Mantiene la misma fisonomía, como si el tiempo no hiciese estragos en su rostro. La nota la hacemos en la Secretaria de Cultura, en uno de sus salones. Héctor responde a todas las preguntas, sin pelos en la lengua y sin perder la compostura a pesar de relatar cosas que no son de su agrado
- Te llamaron para hacer papeles fuera de Efraín…
- Si, me llamaron…
- …pero siempre te ligaban con Efraín…
- Lo que pasa es que ningún personaje tuvo la repercusión y quedó en el inconsciente colectivo como Efraín. Fui el actor fetiche de Nilsson. Hice “Los siete locos”, que fue mi primera película con un elenco impresionante, “Boquitas pintadas”, “La guerra del cerdo”, “Triángulo de cuatro” con Ayala, la vida de Garibaldi, con Franco Rossi, que vino de Italia para hacerla acá. Hice muchísimo teatro, tanto en la comedia nacional como en el San Martín o cualquier sótano haciendo clásicos (mis comienzos fueron ahí). Novelas hice “El amor tiene cara de mujer”, “Cuatro hombres para Eva”; estuve con Alberto Migré en la mayoría de sus programas. También trabajé con Alma Bressan y hacer distintos personajes con Tato Bores. Tuve el gusto de cambiarme con Tato y que me dijera (cosa que me recordaron sus hijos) “¿Sabés por qué te respeto, Fernández Rubio? Porque venís con la letra sabida y con vos aprendo ya que no soy actor sino monologuista”. Eso cuando nos cambiábamos. También trabajé con Olmedo. De los que mejor recuerdo tengo es de Don Juan Verdaguer y de los uruguayos, de Espalter y Almada. De los demás, no tengo grandes recuerdos. Los cómicos son personas muy especiales…
- El famoso payaso triste?
- Si. Algo de eso hay. Eran muy complicados. Por ejemplo, Olmedo era una gran persona y trabajé en “Alberto y Susana”, que lo pasan siempre en Volver. Si fuera por eso, sería multimillonario por la cantidad de veces que lo pasan. Hasta pasaron cosas mías de cuando estaba con Biondi y hacía mis primeras cositas junto a una jovencísima Luisina Brando. Pero bueno…
- Nunca se le acercaron los productores más jóvenes para hacer algo?
- Si, me llamaron pero para reforzarle las cosas. No tuve la suerte de ser convocado por Suar para hacer un personaje en una tira completa o en un unitario. Por ejemplo, me llamó para hacer de un cura para “Sin códigos”, donde este cura aparecía para ayudarlos y al final, los termino casando a él y a Nancy. Estaba Cabré y Griselda Siciliani a quien tuve el gusto de ver en teatro en esa maravilla que era “La forma de las cosas”.
- ¿Cómo ves a la televisión de hoy?
- Hoy me aterra mucho porque es una deformidad. No puedo creer se base en los chimentos, en las peleas y eso. Siempre hubo y eso de que somos una gran familia se cumple relativamente. Los egos, las distintas histerias que se manejan…porque no es fácil ser actor. Hay muchos componentes que tiene el actor tanto a favor como en contra. Es inenarrable. Sabés que siento? Que inmediatamente dicen “porque yo tengo tal trayectoria”, “porque hice tal cosa” pero vos, ¿¿¿con quien estudiaste??? . Por eso me encanta que tenga éxito la poca ficción que hay pero también encontrás deformaciones en ellas. Adaptaciones un tanto apocalípticas con respecto a las épocas que estamos viviendo como “Botineras”. ¿Por qué no tuvo el éxito que merece –porque está bien hecho- al principio? Porque es más de lo mismo. Lo ves en los programas de chimento y noticieros. Que aquél fue a Esperanto, que salió con esta o aquella. Es absurdo esto porque en este tiempo, donde los jóvenes han tenido la gran virtud de no ser hipócritas, los que aparecen en la tele siguen siendo hipócritas y más aún con el tema de la sexualidad. Contratan novias o novios para que no se note. Se entiende? Si a alguno le gusta tal o cual gusto sexual, nadie les va a decir nada y las nuevas generaciones, menos! Yo me crié en relaciones muy hipócritas en su momento...
- Cuando charlamos por teléfono, me dijiste que sos la voz…
- …de la Secretaría de Cultura de la Nación. Yo vine, en la época de Pacho O’Donnell, en el 96. Me llama Pacho, con quien habíamos estado en algunos programas de opinión en el Canal 7 (todavía se llamaba ATC). Cuando no sabía algo, me callaba. Creo que esa es una de mis grandes virtudes: el callarse y escuchar al que sabe; cuando se de algo, me la juego y él siempre valoró eso. Me habían llamado para un proyecto muy interesante que tenía para la tercera edad. Cuando él vino, había una habitación grande como esta, llena de libros ya que se estilaba que toda editorial que sacase un libro tenía que donar un par de ejemplares a la Secretaría y a las bibliotecas del Congreso y demás. Mirá lo que se le ocurre a este hombre maravilloso. Que vayamos a los centros de jubilados, artistas conocidos y les donemos una biblioteca de madera con cien libros. Se había creado un Departamento de Tercera Edad e íbamos con Chela Ruiz (que en paz descanse), la Coca Sarli, Luis Davila, el Pato Carret, un montón de compañeros, algunos que ya no están, dos personas para hablar con ellos, contarles como grabábamos y tomar algo. Asi terminábamos siendo los padrinos de la Biblioteca. Era la época del 1 a1 y me dijo Pacho, que por cinco presentaciones de esta, cobraría u$s 2000. Me dijo que lo piense porque conociéndote, te cuento que también hay una planta trasmisora que pasa música y danza, donde cobrarías $ 600. Si el otro plan se llega a terminar, con este, quedás”. Quedamos asi y lo pensé realmente porque en este país, los actores no tenemos jubilación. Nos jubilamos como las amas de casa. Se acabó el proyecto y Pacho O’Donnell se fue por lo que me quedé sin trabajo. Cobraba con tarjeta de débito y después de un mes, mandé una carta al secretario de ese momento, que era la Doctora Gutiérrez Walker, diciéndole que me sentía un ñoqui, que hacía dos meses que cobraba y teniendo este curriculum, sentía que estaba cobrando por no hacer nada. Trabajaba o me retiraba. Al otro día, me citan y me dicen “Ayer pagué por un maestro de ceremonias, $ 500. Desde hoy, usted pertenece a Ceremonial y Protocolo”. Ahora hago los actos, los eventos artísticos, los seminarios, los congresos (soy moderador) y los cursos. Esta es la historia y asi me voy a jubilar, que ya estoy en edad pero me estoy haciendo el tonto. Acabo de cumplir 67 años pero voy a ver si puedo aguantar algunos años más. Veré si vuelvo al taller de teatro Por la vida que tuve en Palermo por ocho años. Me sigo reuniendo con los ex alumnos y la vida me sigue dando cosas.
- Y el actor?
- Sigue presente. Tengo un representante…no tengo ganas de hacer cualquier cosa. Menos a esta altura. Es más, cuando Muscari me habló de una cooperativa…yo medio que siempre le escapé a las cooperativas porque es un sacrifico muy grande. Hay que ponerse de acuerdo, es muy anárquico. Siempre estoy dispuesto para cuando me llaman. Se que Adrián Suar y Claudio Villarruel me tienen mucha consideración. De hecho, hice “Yago”, con Facundo Arana en la que fui por tres programas y me quedé nueve meses. Fijate vos que ese año, como es el público, el padre Atilio (que era mi personaje) opacó a Efraín. Me llamaban “Padre Atilio”
- ¿Fue una revancha?
- Un poco si porque Efraín fue muy bello hacerlo en su momento. Me encuentro con gente a la que se le llenan los ojos de lágrimas cuando me ubican. O me dicen cosas. El otro día, salía de acá, de Ceremonial con mis compañeras y pasó una pareja. Él la dejó a su mujer y me vino a abrazar y a dar un beso, como si me conociese de toda la vida al grito de “Efraín”. Esas cosas me pasan siempre. También este medio te encasilla un poco. Saben que hago bien los españoles y entonces, viste…he ido a retirar libretos con el gaita en la mano pero llega un momento que cansa. Puedo hacer otras cosas.
- La última, si por esta puerta entrase el pequeño Héctor Fernández Rubio que empezaba a hacer sus primeras armas en el teatro clásico, qué le diría?
- Que hiciera el mismo recorrido porque Héctor Fernández Rubio viene de una familia española muy trabajadora (que lo decía en Escoria), que laburaron como bestias toda su vida. Le diría a ese niño que vuelva a apostar por los seres humanos. Lo que más me importa en esta vida, para bien o para mal, son las personas.
Por Daniel Gaguine
Por Daniel Gaguine
No hay comentarios:
Publicar un comentario