sábado

Escoria –El lado B de la fama–

Sin dudas, la particularidad de José María Muscari es encontrar alegría donde imperala decadencia y la desazón. Ver brilloso lo oxidado y lo corroído. Contar historiasuniversales e infinitas, a partir de las desgracias ajenas. Ya lo había insinuadocon Piel de Chancho y lo confirma con Escoria, su obra más lograda, conmovedora,cruda y cruel.El primer impacto visual de la obra es de un colorido inusual para su registro, perode una inmensa tristeza. Un cuadro que roza lo patético, con la música de Un pocoloco de Sergio Denis para darle un opaco plastificado de caducidad. Las sonrisas delos anfitriones y sus cordiales agradecimientos por estar en el cumpleaños de DinoEscoria cortan con tanto aturdimiento. Porque hay que aclarar que estamos en uncumpleaños y hay que festejar. Y sonreír. Aunque la coyuntura nos tiente con elllanto.Escoria desmenuza la privacidad de actores de renombre que marcaron una época dentrode la escena nacional tanto televisiva como teatral. Los desnuda. Los expone ante unpúblico que se une al dolor con dejos de lástima y rencor. Despedaza el ego de diezíconos de nuestro arte de la forma más cariñosa, humilde y agradable. No los humillani los maltrata, sino que los cuida, los ayuda y, perversamente, demuestra laexcelencia de sus actuaciones, para criticar a un sistema que vaya uno a saber porqué, los dejó afuera. Escoria es una obra que construye, no destruye.Con un libro a punto gracias a las experiencias personales de sus protagonistas,Muscari logra sacar lo inédito de sus dirigidos, a tal punto de mostrar la facetadramática oculta de Noemí Alan, quien con su monólogo estremece la sala. Otra gratasorpresa es el resurgimiento de Willy Ruano, alimentando a sus pares con estridentesparticipaciones. Y con Osvaldo Guidi en pleno estado catastrofista, es Paola Papiniquien intenta apuntalar a todos para no caer en la dura realidad del desamparo, laausencia y el desempleo actoral. Una difícil realidad que Marikena Riera intentaesclarecer, por suerte, sin éxito.Con un vestuario impecable y una fotografía exacta para potenciar la angustia de losdiálogos, la obra es la suma de absolutamente todas las partes. Escoria, diezactores gigantes y un director de culto.
+ Por: Mariano Casas Di Nardo.

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